ALTERNATIVAS, FUERA DE TIEMPO, A UN FOLLON MAYUSCULO: SANIDAD.
Estamos
fuera de tiempo. Todas las alarmas están sonando, sobre todo en la comunidad de
madrileña, y no lo será menos a poco tardar en la nuestra, se plantean de forma
inmediata, como si tuviésemos prisa, evaluaciones a modo científico y riguroso
de modelos sustitutos, así como búsqueda de soluciones eficientes; los
sanitarios, especialmente de forma mediática los facultativos y jefes de
servicio, observamos que de pronto se nos va a esfumar nuestro posible papel de
“proveedor”.
El
“financiador”, no solo ya no tiene prisa, sino que su tiempo no va paralelo al
nuestro; sus decisiones, que nada tienen que ver con lo prometido
electoralmente hace dieciocho meses (dos embarazos, ¡hay que ver la cantidad de
cosas que se pueden hacer en el tiempo de dos embarazos!), ya están tomadas.
Existe una semblanza en el horizonte como si la propiedad del
lema “sanidad universal, gratuita, accesible, de calidad, pública, etc…”, fuera
de todos y a la vez cada uno la diezmara; los neoliberales acusan a los
progresistas y socialdemócratas de haberla expoliado; y estos a su vez a los
liberales de intentar venderla por cuatro euros y comenzar una nueva burbuja en
el solar ibérico, esta vez sanitaria.
Nadie podrá poner en duda que el modelo ha contribuido a
mejorar los indicadores de salud por un justiprecio (sin parangón con los
vecinos asiáticos y del norte europeo en cuanto a resultados por menor gasto),
a profesionalizar con un nivel de competencia excelente, a democratizar la
salud sin renunciar a la libre elección de modelo para el pudiente y el acceso global
para el común contribuyente (aún con el escollo irresuelto de un grupo
funcionarial con sanidad privada y financiación pública), a la homogeneización
de recursos para territorios estériles, al derecho a la garantía de
accesibilidad en forma y en tiempo de todos los ciudadanos.
Bueno para ser rigurosos, lo de poner en duda, hay
curiosamente opiniones de no precisamente mentes ignorantes que opinan de forma
diferente y he podido ver la presentación de un director general de este
sistema regional de salud, donde sin mucha bibliografía ni asesoramiento
lugareño, afirma que desde 2000 a 2005 el gasto sanitario creció
desproporcionadamente sin que esto supusiera mejoras en la asistencia: ¡será
verdad aquí en Castilla-La Mancha!; lo de su jefe máximo y a la par consejero,
sino que no tiene desperdicio cuando afirma que en los últimos años se ha
operado por encima de las necesidades reales de los pacientes y solo para el
beneficio económico a través de peonadas de los cirujanos listillos de la
tierra, ¡en fín!.
Pero para un futuro organizado de la atención primaria y de
la atención especializada, amén del resto de atenciones paralelas y multidisciplinares,
que deberían ser como aquello de “uno y trino”, cuando veo marear la perdíz, en
modelos suicidas sin experimentar, tanto de un bando como del otro, me entra
vértigo.
Señores, hacen falta medidas precisas, cuantificadas, con el
riesgo de la premura, sin eufemismos y decir simple y llanamente:
· . Vamos a hacer esto.
· . De tal a tal hora.
· . Tantos y cuantos.
· . Con tantos euros.
· . A tanta gente.
· Y nos vamos a relacionar entre estos
hospitales, residencias y centros de salud, para esto y para lo otro, por tanto
dinero y con tales premisas.
Todo
lo demás es eso, marear a la “aletoris
ruffa”; las palabras desarrollo, basado, desburocratización, tiempos verbales
en condicional, progresivo, variables, entorno, etc…, están vacías para este escenario
de vértigo ya sin crédito de tiempo.
La otra posibilidad es mantener lo público como público
(mejorando la eficiencia) y lo privado como privado (riesgo empresarial puro y
duro), e ir preparando un marco de gestión, financiación, asistencial, docente,
investigador y de salud pública sin anclajes del pasado (Alma-Ata es medieval),
sin oportunidades desiguales (gestión público-privada ibérica con resultados
mediocres) y sin construir castillos en el aire, sino una sanidad universal,
accesible, gratuita, con financiación pública en un marco constitucional
federal.
Juan Ríos Laorden
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