Que en este país hemos invertido
muy poco en “salud pública” durante los últimos treinta años, es algo de lo que
nos estamos haciendo eco desde que empezó la Pandemia; la “pandemia”, vocablo que,
a pesar de tener buenas hechuras, en mi pueblo seguro que ya está preparada
para usarse como mote (¿qué te pongo pandemia?, ¿cómo va el hijo pandemia?, …),
suena fuerte y lo hemos asimilado a la jerga doméstica, nos ha traído
sentencias contractuales de nuestras miserias, y si bien es cierto que nuestro
sistema sanitario es robusto, no es el mejor del mundo (digamos bueno entre los
de la pomada), ni tampoco goza ya de la admiración como joya de la corona, para
ser esto último necesitaría de unos buenos remiendos.
También es cierto que no por
inyectar más y más euros en la sanidad se obtienen mejores resultados (esto lo
dejaron muy claro Vuori y los epidemiólogos de final de siglo XX), pero oye
como decía el otro “quédate por lo menos en las siete y media”.
Hay gestores que se sienten
satisfechos con un gran presupuesto para intentar lograr sus objetivos, cuando
lo cierto es que deberían estar satisfechos cuando logren contar con un gran
(el mejor) equipo posible para intentarlo; también es cierto que el “trabajo en
equipo” se lleva regular por estos lares, tan regular como dejarse la piel por
buscar el beneficio común aunque te cueste el puesto o anteponer el proyecto a
los posibles beneficios personales. Un buen equipo de profesionales si que no
tiene precio.
En mi especialidad y ámbito de
actividad asistencial actual, Pediatría de Atención Primaria, están muy claros
los objetivos de la supervisión de la salud infantil y sus objetivos básicos:
1. Prevención de la enfermedad (Inmunización y Educación para la Salud). 2. Detección
precoz y tratamiento de las enfermedades. 3. Orientación de los aspectos
psicosociales. Pero para iniciar una estrategia precisa, debemos tener en
cuenta Indicadores de Situación, monitorizarlos y evaluarlos.
Titulaba esta entrada como
Incidencia Acumulada, por seguir con el hilo COVID, y por ser este uno de los
indicadores que más se están empleando a la hora de medir el riesgo, si bien la
colección de “indicadores de riesgo” se compone de dos grandes bloques:
- Indicadores que evalúan el
nivel de transmisión de la enfermedad:
.
Incidencia Acumulada de casos diagnosticados en 14 días (últimos).
.
Incidencia Acumulada de casos diagnosticados en 7 días (últimos).
.
Incidencia Acumulada de casos de más de 65 años diagnosticados en 14 días (últimos).
.
Incidencia Acumulada de casos de más de 65 años diagnosticados en 7 días (últimos).
.
Positividad global de las pruebas diagnósticas por semana.
.
Porcentaje de casos de trazabilidad.
- Indicadores que evalúan el
nivel de utilización de servicios asistenciales por COVID-19:
.
Ocupación de camas de hospitalización por casos de COVID-19.
.
Ocupación de camas de cuidados críticos por casos de COVID-19.
Obsérvese que para evaluar el
riesgo se ha obviado lo que más se usa y lo que daría más “yuyu”, es decir, no
se ha tenido en cuenta ni la utilización del nivel asistencial de Atención
Primaria (muy perorado, pero poco administrado) y tampoco se ha tenido en
cuenta la “mortalidad” (muy apenados, pero con pocas ganas de aprender a
contar).
Como hoy toca la Incidencia
Acumulada, para que todos lo sepan apreciar a partir de ahora, se calcula tal
cual como: sumamos los casos nuevos que aparecen en los últimos 14 días, lo multiplicamos
por 100.000 (población referente) y lo dividimos por el censo de habitantes del
lugar que medimos (Albacete, 388.167; Castilla-La Mancha, 2.032.863; etc.), así
de fácil. Luego lo representamos en un gráfico que debe llevar los colores
internacionalmente recomendados, en nuestro caso Europa (European Centre for
Disease Prevention and Control, ECDC).
Hoy Incidencia Acumulada por
100.000 habitantes de nuevos casos COVID en los últimos 14 días, en Albacete,
en Castilla-La Mancha, en Europa y en el Mundo.
Y estoy empleándome en estos
pensamientos, esperando que se hagan las ocho de la tarde, las ocho que viene a
ser la hora de comunicación de datos (sucintos) de situación epidemiológica en mi
región, las ocho que para fieles es hora de misa y para infieles de tomar unas
cañas; claro que tampoco nos vamos a poner exquisitos con las horas de
pronunciamientos, porque parece que la tenemos tomada con todo; ¡no!, para ser
rigurosos la verdad es que más tarde empieza “pasapalabra”, el “telediario” y
el “tiempo” y no decimos ni “mu”.
Estos son los datos, tuyo el análisis.
Juan Ríos Laorden, pediatra.
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